domingo, 22 de junio de 2014

El signo de lo Eterno




ÁNGELES Y DEVAS, DEVAS Y ÁNGELES:
Ángeles o Devas, Devas o Ángeles, Ángeles-Devas, Devas-Ángeles giran y danzan, sin saber dónde se encuentra el principio o el fin de unos u otros. El camino de retorno hacia uno mismo. Ante la naturaleza misma de lo sagrado, atravesando el umbral de la percepción ordinaria. Un camino que va más allá de la sustancia a la esencia y de los soles que nos atraviesan y que retornan a su ser y salen una y otra vez generando un arco de satisfación infinita de las realidades del Gran Espíritu.
Una naturaleza sin límites en la que todo coopera en forma de Seres o en forma de energías, en forma de mentes y en forma de resultados alcanzados.
Así es la llama trina que consume y se consume a sí misma mostrando la misma esencia perfecta que no varía y que sin embargo crea la ilusión de ser cambiante o creadora de mundos o realidades físicas, emocionales, mentales o morales diferentes.
En el atardecer de alma humana se encuentra la recepción y la unión de los mundos creados, que uno tras otro, día a día se van sucediendo, naciendo y muriendo en la danza sin fin.
Sed uno con el ciclo y más allá de él. Y si es posible, más allá del más allá del más allá.
Acogeos a vosotros mismos y no busquéis sino el alba eterno de lo cambiante que hoy renace y que está muriendo a cada paso.
Sed en la luz, en el silencio, en la oscuridad y la armonía y más allá, del más allá del más allá, en la gran Nada que lo es todo y en el Gran Todo, padre y madre de la Nada. 
Gabriel.



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